sábado, 28 de enero de 2012

¡Los jóvenes queremos ser libres!


Muchos jóvenes creen ser libres por el hecho de no estar bajo la vigilancia de un policía, pero en realidad no lo son, porque hasta en la propia casa tienen una cárcel particular, debido a que en cada uno habita una especie de murallas u obstáculos,  que de una u otra forma  no los deja hacer lo que quieren.

Al preguntarme,  si realmente soy libre o si realmente hago lo que quiero, después de un silencio respondo ¡no!, si por mi fuera me la pasaría viajando, conociendo lugares diferentes; porque para mí  hablar de libertad, es hablar  de tomar mis propias decisiones de hacer lo que realmente me apetece, de ser yo misma sin importar lo demás. Si  le hago esa misma pregunta a mi hermana,  me diría que para ella ser libre es estar con su novio todo el día.  Quizá ese deseo de libertad es el que hace que otros  jóvenes  caigan en el error de huir de la casa para liberarse de los padres e ir a la aventura, pero resulta que no se van solos, huyen con una pareja y se convierten en esclavos de ellos mismos, porque también deben rendir cuentas.
Algunos pensamos que al cumplir 18 años “seremos libres” o que cuando  tengamos un trabajo, ya no dependeremos de los padres, pero que va, entonces comienza a ser uno esclavo del trabajo, de los hijos, de los oficios de la casa, en realidad  se es menos libre porque  se asumen más responsabilidades. 
Desde la niñez, tanto en la familia como en la escuela nos reprimen,  prohíben muchas de nuestras expresiones,  algunos actos, palabras y hasta los pensamientos, de esa forma van poniendo límites y moldeando nuestra personalidad y limitando la libertad. La familia,  por ejemplo, desde que nacemos impone una serie de reglas que asimilamos como naturales durante los primeros años,  pero en la juventud observamos que esto se ha convertido en autoridad, tienen poder para asfixiar y restringir el desarrollo de nuestra libre personalidad, es decir, quieren también decidir por nosotros
Como si fuera poco, más tarde nos encontramos con las normas sociales del entorno al que pertenecemos, en donde otros han decidido que éstas son las mejores, para organizarnos en comunidad o en grupo, para convivir, para asegurar la existencia, pero son leyes que también obstaculizan nuestra libre expresión. En ocasiones la cultura no deja ni vestirnos como deseamos;  que éste color no combina, que la falda ya no está de moda, que  tal vestido no está acorde a la ocasión ,  que a la escuela o la universidad hay que  ir con la  sudadera del uniforme, que  hay que bañarse porque  ¿qué dirá la gente?.

En fin, aunque la libertad es el bien más preciado y anhelado por el hombre, considero que jamás el ser humano será totalmente libre, como tampoco será un ser completamente acabado, puesto que el ser humano es ante todo un ser social y como ser social se va acomodando a la cultura en la que nace, para no luchar contra corriente.

Por: Leidy Patricia Zúñiga Zúñiga (Est. EducaciónFísica Unicauca)

No hay comentarios:

Publicar un comentario