¿Dónde estamos? Muchos
suelen hacerse ésta preguntar cada vez que leen sobre los derechos humanos y más
aún si esto está relacionado con nuestro entorno. Un cruel juego que se pudiera
utilizar para conocer un poco sobre ellos el asunto es cuestionarse: ¿Cómo se
viola cada uno de estos?, o mejor, podría decirse, ¿siento mí nación?, ¿soy
libre?, ¿puedo expresarme sin ser recriminado?, ¿caminar tranquilo en mi
ciudad?, ¿correr sin dirección?, ¿ir a donde quiero?, ¿tener mis cosas?, ¿estar
en paz si me llegara a enfermar o si alguna vez me falta el dinero? si llegó a
viejo sólo qué ocurrirá conmigo?, son preguntas sencillas, con respuestas nada reconfortantes; pero entonces, ¿será que toda ésta incertidumbre es culpa del estado que cumple con los derechos humanos o existe otro culpable?.
Es curioso, cuando existen
grupos populares que exigen el cumplimiento de estos derechos internacionales
como salud y/o educación, y luego se ven señalados por los mismos de su clase
como rebeldes sin causa o como personas sin oficio que lo único que quieren es
dañar lo ajeno; un ejemplo claro es, cuando un estudiante es muerto en una
manifestación y luego se le acusa de haber iniciado un combate, sin otro fin
que el lamento de sus compañeros y familiares.
No se puede ser ajeno al
maltrato por parte del estado, aunque también es cuestionable y curioso ver al navegar en las redes sociales como facebook, o twitter, cómo a diario un gran porcentaje de pensamientos o expresiones de
la juventud parecen ajenos a los problemas inmediatos de la sociedad, que
las muertes, tortura, sobornos, desfalcos multimillonarios, corrupción sin límite,
entre otros, son habituales, simplemente las cosas pasan y nadie se incomoda o se altera.
Entonces la incógnita sobre
¿dónde estamos?, muestra que es una pregunta ambigua sin respuesta fija, tal vez
se está en un lugar donde las entidades gubernamentales no cumplen los derechos
fundamentales y en donde los ciudadanos de ese país no se inquietan, ni les
preocupa que se cumplan y entonces la
pregunta inicial se queda en el limbo. Como la indiferencia es lo común,
es indispensable desde todos los ámbitos hacer visible la insatisfacción y la inconformidad con ésta
realidad, es necesario alzar las voces para expresar el deseo de vivir en
condiciones de equidad, en donde se exija el cumplimiento de los derechos
humanos. La movilización estudiantil frente a la reforma educativa en el 2011 mostró que posible incidir para construir el país que se quiere.
Por: David Rendón (Estudiante de Edufísica. Unicauca)
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